5 de agosto de 2015

Primera parte


Comienzo

Con la finalidad de realizar un ejercicio de autoconocimiento e identificar las diferentes etapas de una vida peculiar. Presentar; en grandes rasgos, una descripción de los acontecimientos relevantes que la caracterizan incluyendo reflexiones y aprendizajes. La relevancia de compartir estas experiencias y contribuir a la reflexión humana sobre situaciones que se presentan durante el transcurso de nuestras vidas, he redactado las siguientes páginas.

Cuando los familiares, que compartieron mis primeros años de vida comentan sobre mi en una situación relevante para ellos, en muchas de estas ocasiones, me parece sorprendente el simple hecho de que lo recuerden mientras que yo no cuento con la certeza de poder afirmarlas y al darlas por desconocidas estos familiares concluían en que yo mismo decidí olvidar.

Las constantes búsquedas dentro de mi memoria para identificar las situaciones descritas por la familia generaban cierta frustración hacia mi persona por no ser satisfactorias: ¿Acaso serán ciertas? ¿Qué tan verídicas son? ¿Esos relatos contenían algún tipo de exageración? Sin poder establecer alguna respuesta definitiva tomaba la decisión de dejarlo pasar, negando así mi necesidad de conocer la verdad de mi pasado y como esta influyo en mi situación, para ese entonces, actual.

Como cuando inflas un globo sin estar consciente de su límite de resistencia, un primero de junio desperté sin soportar con toda la acumulación de pensamientos, acciones y situaciones que desbordaron en una crisis existencial la cual me orillo a tomar una de las decisiones más complicadas de mi vida: Escapar. Esta última palabra, en el momento de escucharla, tal vez puedas relacionarla con encierro, reclusión o aislamiento; ciertamente, es así como me sentía.
En el momento en el que volví la mirada para permitirme identificar aquellos atributos con los que contaba mi propia persona así como aquellos que me rodeaban, me encontraba caminando solo y sin rumbo entre las calles y avenidas de la Ciudad de México en una noche lluviosa lamentándome por no haberlo considerado dos veces, ¿Qué si me moje? Claro; y demasiado, pero eso era el menor de mis preocupaciones.

Era para entonces muy tarde, no tenía conocimiento certero de en donde me encontraba ni que es lo que iba a hacer, por lo que me hice bolita abrasando una mochila, la cual contenía una libreta, un par de plumas y un lápiz, entre unos muros bajo un altar de una Virgen (la cual no recuerdo) que se encontraba dentro de un pequeño parque. En ese espacio había trozos de cartón en el suelo, por lo que deduje que era el lugar de otra persona, pero eso no me importo, ni siquiera en el momento en el que escuche venir pasos hacia mí, abrí poco y lentamente los ojos por lo que solo vi un par de zapatos negros y un pantalón café sucio y un poco mojado en la parte de abajo.

Durante unos segundo esa persona se quedo frente a mí, yo fingí estar dormido, y después se fue. Recuerdo estar aliviado porque no me corrió de ese lugar, consideré que el peligro, si es que lo había, habría pasado. Un par de minutos después volví a escuchar pasos de otra persona acercándose a mí, en este caso de una mujer, ella me movió levemente con la finalidad de despertarme.

¿Qué haces aquí? ¿Dónde está tu familia? Fueron preguntas que aquella señora de una edad avanzada emitió reiteradas veces; y yo, sin dar respuesta alguna. Ella me invito a acompañarla, en ese momento me negué por no estar seguro de ser una persona con la que pueda confiar. Ella comprendió rápidamente, me miro a los ojos y dijo: no te preocupes; no te haré daño. Y acepte ir con ella.


Desde ese momento y durante 48 días, estuve inmerso en una dinámica social completamente diferente a la que estaba acostumbrado, una gran prueba que no he podido olvidar y es porque no tengo razones para hacerlo… ¿Acaso, cuando era un niño, tuve razones para olvidar?


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