La agricultura está en la
base misma de la sedentarización, puesto que exige la permanencia y ésta
propicia el arraigo. Al efectuarse este proceso, el hombre empieza a construir
sus viviendas y, al juntarse diversas voluntades con este propósito, se inician
los primeros poblados o aldeas.
Tanto la domesticación de
animales como la agricultura suponen un asentamiento permanente, en estrecha
conexión con los ciclos productivos y reproductivos.
Fuente:
Lezama, José Luis (1993), Teoría social, espacio y ciudad, México, Ed. El Colegio de México, Pag: 35 - 39.
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