7 de agosto de 2015

Segunda parte


Mujer

Mientras caminaba detrás de aquella mujer, observaba que el cielo comenzaba a despejarse, todas las calles se encontraban húmedas y con charcos de agua, los sonidos de lo que parecían provenir de maquinas de limpieza y camiones de basura haciendo su trabajo a esas horas iban disminuyendo. Caminamos un par de calles hasta llegar a un edificio blanco de tres niveles en la cual se encontraban un grupo de jóvenes de entre 20 y 30 años.  

Aquella mujer se adelanto para conversar con ellos, era evidente que se trataba de mí, pero no logré escuchar exactamente en qué sentido, hasta que todos volvieron la mirada a donde yo me encontraba. Uno de ellos dijo en vos alta que podía quedar en cualquiera de los coches que se encontraba cerca de aquella casa. Parecía que esos autos estaban abandonados, en algunos les hacía falta llantas, en otros vidrios; incluso no contaban con asientos.

Pero claro, no me iba a poner exigente, ya había hecho mucho aquella mujer por llevarme con ellos, como para demandar lujos. Estaba ya por entrar en uno de los autos cuando escuche que alguien dijo que no era correcto quedarme en aquel lugar, así que me invito a entrar a la casa y quedarme dentro de ella. Para ese momento aun se encontraba cerca la señora que me encontró, la cual al darse cuenta de mi inseguridad la escuche decir: “Tranquilo, puedes confiar en ellos”.


Definitivamente le debo la vida a aquella mujer, y ahora que lo pienso, ni siquiera conocí su nombre. Tal vez desde ese momento los nombres no me han parecido importantes, por lo que no me esfuerzo en memorizarlos. Me quedo con los rostros, pero sobre todo con las experiencias que he compartido con cada una de las personas que he tenido la oportunidad de conocer.  


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