Mujer
Mientras
caminaba detrás de aquella mujer, observaba que el cielo comenzaba a despejarse,
todas las calles se encontraban húmedas y con charcos de agua, los sonidos de
lo que parecían provenir de maquinas de limpieza y camiones de basura haciendo
su trabajo a esas horas iban disminuyendo. Caminamos un par de calles hasta
llegar a un edificio blanco de tres niveles en la cual se encontraban un grupo
de jóvenes de entre 20 y 30 años.
Aquella
mujer se adelanto para conversar con ellos, era evidente que se trataba de mí,
pero no logré escuchar exactamente en qué sentido, hasta que todos volvieron la
mirada a donde yo me encontraba. Uno de ellos dijo en vos alta que podía quedar
en cualquiera de los coches que se encontraba cerca de aquella casa. Parecía
que esos autos estaban abandonados, en algunos les hacía falta llantas, en otros
vidrios; incluso no contaban con asientos.
Pero
claro, no me iba a poner exigente, ya había hecho mucho aquella mujer por
llevarme con ellos, como para demandar lujos. Estaba ya por entrar en uno de
los autos cuando escuche que alguien dijo que no era correcto quedarme en aquel
lugar, así que me invito a entrar a la casa y quedarme dentro de ella. Para ese
momento aun se encontraba cerca la señora que me encontró, la cual al darse
cuenta de mi inseguridad la escuche decir: “Tranquilo, puedes confiar en ellos”.
Definitivamente
le debo la vida a aquella mujer, y ahora que lo pienso, ni siquiera conocí su
nombre. Tal vez desde ese momento los nombres no me han parecido importantes,
por lo que no me esfuerzo en memorizarlos. Me quedo con los rostros, pero sobre
todo con las experiencias que he compartido con cada una de las personas que he
tenido la oportunidad de conocer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario