Más que la autoridad el retiro y la seguridad, la cuidad de la baja edad media buscaba la libertad, la participación y el desafío. El dinamismo urbano se hace patente en la estructura de las nuevas catedrales góticas, las que en su búsqueda de la luz sacrificaron la estabilidad de sus muros.
La ciudad medieval en muchos casos reproduce a la misma naturaleza. Los edificios públicos y las plazas se ven protegidas por un laberinto de calles. Constituye un tipo particular de hombre y genera formas especificas de conducta social al sustituirse en un núcleo cerrado, definido y protegido por la muralla. Los espacios abiertos son fundamentalmente de forma irregular.
La lógica no es construir edificios monumentales sino para atender a pocas personas incluso bajo la misma lógica las pequeñas iglesias se multiplicaron. Las calles son vías de acceso para llegar o salir de los barrios autónomos o islas en las cuales se construían diversos inmuebles.
La ciudad puede verse como un conjunto de pequeñas ciudades que son formadas sobre la base de necesidades y propósitos comunes.
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